Kim Ji-young, nacida en 1982 (2019) es una película dirigida por Kim Do-young, protagonizada por la actriz Jung Yoo Mi y el actor Gong Yoo. Se basa en la novela homónima escrita por Cho Nam Joo, publicada en 2016.
Tanto el libro como su adaptación fueron criticados, principalmente, porque en distintos pasajes los hombres se ven notablemente favorecidos en desmedro de la protagonista, Kim Ji-young. De todos modos, se convirtió en un éxito internacional y su adaptación cinematográfica lideró taquillas en Corea del Sur.
Es interesante mencionar que se trata de una película estrenada en medio de las denuncias por el fenómeno de las molka o cámaras escondidas dentro de los cubículos de los baños de mujeres. Problemática que generó una serie de protestas en las que se presentaban consignas como “my life is not your porn” (“mi vida no es tu porno”) o el MeToo coreano, que denuncia el acoso y abuso realizado por figuras públicas masculinas, un movimiento que se inspiró, en parte, en la novela escrita por Cho Nam Joo.
Tal como se nos introduce a Kim Ji-young en la contraportada de la novela, es una mujer de 32 años con el nombre más común entre las coreanas nacidas en 1982. Esta presentación no es azarosa, nos habla de las vivencias que seguramente experimentan la mayoría de las mujeres en Corea del Sur, país que ha sido tildado como machista, lo que podría tener una explicación basada en la historia de su país.
El budismo y el confucionismo son las creencias más arraigadas en Corea. Sin embargo, es durante la Dinastía Joseon (1392-1919) que el confucionismo se convirtió en el culto oficial. Más que una religión, se considera un código de ética y comportamiento (Datos sobre Corea, 2015). Además, fue en este período en el que se sentaron las bases del neoconfucianismo, modificándose el estilo de vida de la sociedad de la península coreana. Las normas éticas enfatizaron la importancia de las relaciones jerárquicas y familiares: lealtad hacia las autoridades, la piedad filial hacia los progenitores y la importante distinción entre hombres y mujeres, quienes tenían que ser castas, obedientes y fieles. Estas tres normas sociales eran conocidas como “los tres principios cardinales” (Seth, 2016). De aquí surge la noción de roles, basada principalmente en el sexo y la edad.
El estatus de las mujeres fue descendiendo gradualmente, de manera que hacia finales de la Dinastía Joseon se volvieron “entidades sin nombre”, pues se refería a ellas como “madre de” o “esposa de” (Seth, 2016). Esta idea sobre el rol de la mujer como hija, esposa y madre ha permanecido dentro de los últimos años (Jung, 2014). Además, es al final de esta Dinastía que se perfila la cultura tradicional coreana tal y como la conocemos (Astor Moreno, 2015).
En la siguiente imagen aparece una planta simplificada que refleja la distinción entre hombres y mujeres en la arquitectura de una casa coreana, en este caso de una yangban (la clase social más alta en Joseon). Como vemos, se dividía entre el sarang ch’ae, ubicado en la parte exterior para los hombres, y el anch’ae, la sección interna de la casa para las mujeres, también llamada anbang (pieza interior). Incluso las familias pobres solían tener tres habitaciones: una para los hombres, otra para las mujeres y la cocina. O sea que, los esposos y esposas vivían prácticamente separados en sus propios hogares (Seth, 2016).
Autoras feministas como Teresa de Lauretis, Laura Mulvey y Annette Kuhn realizaron sus propios análisis con respecto a la representación de la mujer en el séptimo arte, sobre todo en el cine clásico. Kuhn planteaba que la mirada es una relación entre el espectador y lo que sucede en la pantalla, generándose dos procesos: el espectador se identifica con el cinematógrafo o se sitúa dentro de él. Al ver una película de ficción, experimentamos una doble identificación, ya sea con el progreso de la narración mismo o con los protagonistas de la narración. Nos sumergimos en el mundo de la película en distintas medidas, dependiendo de la linealidad y de la economía de la narración, y de la representación de los rasgos de personalidad de los protagonistas (1991).
Por otra parte, acorde a Teresa de Lauretis, en el cine se ha instalado la figura de la mujer en un orden social y natural. Desde la diferenciación sexual, la mujer se vio representada desde una concepción masculina (1992). Laura Mulvey tiene una visión similar: el orden simbólico en que el hombre sitúa a la mujer dentro del cine se genera en una cultura patriarcal que le permite presentar sus fantasías y obsesiones a través del lenguaje audiovisual, imponiéndose la imagen silenciosa de la mujer (1975).
Considerando lo anterior, el hecho de que esta película se construya desde las miradas femeninas de la protagonista y la directora (e incluso de la novelista) es sumamente valioso para comprender el estilo de vida de otras sociedades, pues una de las características más bellas del cine es mostrarnos un universo desconocido. Sin embargo, no solo vemos las diferencias respecto de nuestro propio mundo, sino que también las similitudes.
Relegada a las actividades domésticas, Kim Ji-young es una mujer de 32 años que cuida de su hija de 3 años, mientras que su esposo, Jung Dae Hyun, trabaja, siendo el único proveedor económico dentro de este pequeño núcleo familiar. El principal conflicto de la película surge cuando Kim Ji-young comienza a hablar como si no fuera ella, sino a modo de que se tratase de otra persona. Kim Ji-young no es consciente de estas crisis identitarias, sino que es su esposo el que las identifica.
La primera crisis que presenciamos, se da durante la celebración de año nuevo junto a la familia de su marido, en Busan. El esposo y suegro de Kim Ji-young conversan, mientras que ella y su suegra se limitan a realizar los preparativos para la celebración. Al día siguiente, unos momentos antes de volver a Seúl, llega de improviso la hermana de Jung Dae Hyun. Se le pide a la protagonista que por favor le lleve cosas para comer, pues su cuñada está muy agotada después de tener que atender a sus suegros, lo que gatilla el enojo de Kim Ji-young:
“Está feliz de ver a su hija, ¿verdad? Yo también extraño a mi hija. Mi hija debería haberse ido antes de que llegara la suya. ¿Por qué hacer que Ji Young también le sirva a su hija? Señor Jung, mi hija significa el mundo para mí”.
La familia del esposo se ve totalmente sorprendida e inmediatamente se retiran para volver a Seúl.
El segundo episodio de esta índole se desarrolla cuando la joven madre desea volver a trabajar. Que una mujer se case o se embarace se considera un obstáculo para su carrera laboral. Kim Ji-young estudió literatura, pero terminó trabajando en una agencia de marketing. Allí se dio cuenta de que a las mujeres nunca les dan cargos más altos, ejemplo del llamado techo de cristal. La protagonista se encuentra con su antigua jefa, quien le comenta que fundó su propia agencia y le ofrece un puesto de trabajo. Entusiasmada, se lo cuenta a su marido, pero él no está de acuerdo. A pesar de que la apoya buscando opciones para resolver qué sucederá con su hija, se genera una tensión entre ellos que afecta la comunicación.
Una noche, mientras su esposo se encuentra sentado en la mesa, Kim Ji-young se sienta frente a él, quien se sorprende al ver a su esposa despierta a altas horas de la noche. La protagonista toma una lata de cerveza, comportamiento que no es propio de ella, y comienza a mirar fijamente a su esposo, diciéndole:
“Jung Dae Hyun, estos días deben ser difíciles para Ji Young. Puede que su cuerpo se haya recuperado, pero está ansiosa e impaciente. Por favor, dile ‘lo estás haciendo bien’, ‘estás trabajando duro’ y ‘gracias’ a menudo. Sé que amas a tu esposa […]. ¿Sigues pensando que soy la Cha Seung Yeon de 20 años que te invitó a salir? Idiota”.
Cha Seung Yeon era la mejor amiga de Kim Ji-young, a quien conoció en la universidad. Falleció en el parto de su hijo, hecho que afectó de manera significativa a la protagonista.
Jung Dae Hyun, ante estos extraños comportamientos, cree que su esposa está poseída. Decide consultar una psiquiatra. La profesional aclara que no puede dar un diagnóstico si no conversa directamente con Kim Ji-young. No se sabe qué ocurre con ella, solo podemos inferir que está enferma. La búsqueda por una niñera es infructuosa, así que su esposo propone pedir la licencia de paternidad en su trabajo. La suegra de la protagonista se opone a esta idea, diciéndole que sería un obstáculo para su hijo.
Posteriormente, la madre de Jung Dae Hyun se comunica con la de Kim Ji-young para comunicarle la situación. La madre de la protagonista se entera de la enfermedad de su hija, siendo la primera persona de su familia en saberlo. Decide entonces cuidar de su nieta para que Kim Ji-young pueda trabajar.
Kim Ji-young es visitada por su madre, momento en que experimenta una tercera crisis. Su madre se retira del hogar totalmente perpleja. Finalmente, la protagonista, frustrada, decide no volver a trabajar, priorizando la vida laboral de su marido. Luego de una breve discusión, su esposo le cuenta sobre sus crisis, las que Kim Ji-young no recuerda.
La madre es un personaje clave durante el filme, puesto que demuestra la forma en la que su rol como hermana menor dentro de la familia afectó su futuro. Ella deseaba ser profesora, pero tuvo que trabajar desde muy joven con el fin de ayudar a financiar los estudios universitarios de sus hermanos. Este detalle demuestra la frustración que viven las mujeres coreanas.
Otro ejemplo de esto es cuando una joven Kim Ji-young no quiere asistir a su ceremonia de titulación universitaria, pensando que ni siquiera conseguirá trabajo. Su padre le comenta:
“Solo quédate en casa hasta que te cases, ¡eso es lo tuyo!”, desencadenando la furia de su madre: “¿cómo puedes decir algo tan arcaico? ¡No te quedes callada, Ji Young! ¡Pórtate mal! ¡Haz lo que quieras!”.
La película nos muestra, además, el favoritismo que existe por los hijos hombres. Kim Ji-young tiene una hermana mayor y un hermano menor. Este último fue mimado por su abuela paterna cuando pequeño, mientras que las niñas eran regañadas por jugar en vez de ayudar con las tareas del hogar. En un momento, el padre llega con medicamentos naturales que compró para ayudar a un amigo que inició un nuevo emprendimiento. Sin embargo, estos medicamentos fueron pensados para dárselos a su hijo: “Kim Ji Young se está consumiendo por no hacer lo quiere”, le dice la madre a su esposo antes de desmoronarse y llorar desconsoladamente, reprendiéndolo también por pensar solo en su hijo y no en sus hijas.
Cuando Kim Ji-young se entera de sus crisis a través de un video grabado por su esposo, accede a visitar a la psiquiatra, idea ya sugerida por él antes. En la conversación que sostiene con ella, con culpa comenta que sigue siendo la madre y la esposa de alguien, que a pesar de que esto la hace feliz, también la hace sentir atrapada. Esto tiene vínculo directo con la idea de que durante la Dinastía Joseon las mujeres se mantenían silenciadas y carentes de identidad propia. Pero, gracias al tratamiento, Kim Ji-young saca su voz y encara a quienes hablan de ella sin conocerla.
En la película no se explicita, pero de acuerdo con la novela se sospecha que Kim Ji-young padece de un trastorno disociativo de la identidad. Sin embargo, su psiquiatra concluye que se trata de una depresión postparto seguida de otra depresión.
Kim Ji-young nace en primavera, un día en el que caían tantas flores de cerezo que parecía estar nevando. Es en esta misma estación que ella se va sintiendo mejor, lo que representa el inicio de una nueva etapa en su vida, pues un par de años después la vemos totalmente radiante, como si la primavera también hubiese florecido en ella. Es entonces que Kim Ji-young logra realizar lo mejor que sabe hacer: escribir, comenzando a redactar su propia biografía. Mientras tanto, es Jung Dae Hyun quien cuida de su hija.
El sexismo y el acoso sexual también son abordados en el filme. Por ejemplo, Kim Ji-young recibe la visita de una amiga que solía ser su compañera de trabajo antes de embarazarse, quien le comenta que encontraron cámaras escondidas en los baños del piso en el que trabajaban.
En otra instancia, Jung Dae Hyun, gracias a su trabajo, asiste a una charla sobre acoso y abuso sexual, la que no es tomada en serio por sus compañeros. De hecho, uno de ellos dice: “debería haber nacido en la Dinastía Joseon”.
Hay dos situaciones dentro de la película que me parecen clave respecto al control del cuerpo y sexualidad de las mujeres. La primera ocurre después de una reunión familiar, mientras la protagonista conversa con sus hermanos. Recuerdan cuando su hermana mayor peleó contra un exhibicionista y lo llevó a la policía. Esta acción podría perfectamente ser digna de un reconocimiento de valentía, pero fue rechazada por sus maestros, tildándola de vergonzosa.
La segunda ocurre cuando Kim Ji-young era escolar. Al volver a su hogar después de clases, por la noche, casi es abusada sexualmente por un joven que se encontraba dentro del mismo bus en el que ella viajaba. Una mujer nota la incomodidad de Kim Ji-young y le presta a la adolescente su celular. Ella le manda un mensaje de texto a su padre pidiéndole que la espere en el paradero. Sin embargo, al descender no hay nadie. El joven baja del bus junto a ella, la sigue y la pregunta por qué escapa, hasta que la misma mujer que le prestó el celular, baja del vehículo y logra detener la situación.
Kim Ji-young se desmorona en el suelo y comienza a llorar, la mujer le hace compañía hasta que llega su padre. Este, al enterarse de la situación, en vez de consolarla, la culpa diciendo que la falda de su uniforme está muy corta.
¿Debería ser una joven reprendida por encarar y acusar a la policía a un hombre que viste un abrigo largo para abrirlo y mostrarse desnudo frente a colegialas? ¿Por qué sería Kim Ji-young la culpable de un potencial abuso sexual? ¿Por qué las mujeres tenemos que vernos en la disyuntiva entre si trabajar o dedicarnos a ser madres? Claramente, cuestionarse todo esto no es un asunto propio de un país o cultura, porque después de ver la película no solo me vi aludida, sino que también vi a mis amigas, a las mujeres de mi familia, y a otras mujeres que he conocido a lo largo de mi vida.
Kim Ji-young: nacida en 1982 invita reflexionar sobre cómo las dinámicas maritales y los respectivos roles que cada parte debe cumplir van cambiando según las sociedades. También habla sobre la necesidad de visibilizar las situaciones de injusticia y la paulatina ruptura (o reformulación) de los valores de la sociedad, en este caso los del neoconfucionismo en Corea del Sur.
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Astor, Pablo. (2015). Comprender la península coreana: una historia de unión y división [Trabajo de Fin de Grado, Universidad Pontificia Comillas].
Cho, Nam.-joo. (2020). Kim Ji-young, nacida en 1982. (H. Joo, Trad.) Santiago: Alfaguara.
De Lauretis, Teresa. (1992). Alicia ya no: Feminismo, Semiótica, Cine. (S. Iglesias Recuero, Trad.) Madrid: Ediciones Cátedra.
Jung, Kyungja. (2014). Practicing feminism in South Korea: The women’s movement against sexual violence. Nueva York: Routledge.
Kuhn, Annette. (1991). Cine de mujeres: feminismo y cine. (S. Iglesias Recuerdo, Trad.) Madrid: Ediciones Cátedra.
Seth, Michael J. (2016). A Concise History of Premodern Korea: From Antiquity through the Nineteenth Century. Londres, Reino Unido: Rowman & Littlefield.
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*Camila Lillo Figueroa (Santiago, 1994). Licenciada en Comunicación Audiovisual. Ha participado en talleres sobre Historia y Cultura coreana, Historia y Cultura japonesa y Dirección Artística Cinematográfica. Ha sido colaboradora académica de una cátedra de Dirección de Arte. Redactora en el blog Femme Cinema. Actualmente es estudiante de idioma coreano.