Por Hector Margaritas
Hube llegado al texto escrito luego de haber visto las obras, husmeado sus diarios íntimos, visualizado sus retratos que hizo la artista, y esposa, Gerda Gottlieb, luego de haber visto todo ello, me atrevo a escribir desde la vereda de Lili; somos las mismas, vivimos igual. Empatizo con Lili porque he conocido a más como ella, empatizo con Lili sin ser Lili porque pude sentir los golpes, los arañazos, los azotes anales que recibió cuando solo quería ser penetrada por una vagina que nunca, lamentablemente, logró conseguir.
La chica Danesa, en primera instancia, fue un libro del célebre escritor David Ebershoff que se publicó el año 2000; desde ahí en adelante la sociedad pudo conocer la enigmática vida del artista Einar Wegener que, sin miedos, dio vida en los años 20 a su “yo” original, Lili Elbe. La historia médica de Lili es posicionada en los archivos como la primera cirugía de reasignación de sexo en el mundo. Por su arte, por atreverse, por lograr exorcizarse de los cánones sociales yo la celebro.
Lili, mujer
Lili, poetiza
Lili, soñadora
Lili, labios rojos
Lili, vuela, Lili siempre vuela.
Lili posiblemente locura ¿y qué?
Lili, tantas cosas, entre ellas: Libertad.
Sus cuadros, ¿quién ha hablado de sus cuadros? De esa forma en pintar tan irreal, de esa manera de ver el paisaje perfecto desde el reflejo y no desde la vereda de lo físico. Lili siempre estuvo ahí. El arte es el único mecanismo que el ser humano tiene para manifestarse frente a una realidad agresora o, en algunos casos, para esconderse de ella y soñar, seguir soñando. Lili, hizo las dos.
A pocos meses del estreno cinematográfico, la película, del director Tom Hunter, a estado en la palestra cinéfila por varios motivos, entre ellos, según yo, el más importante, dar vida y empatizar frente a un problemática que aún nos tiene hondos, naufragantes de ojos cerrados con el ser transgénero, una lucha que lleva décadas, siglos quizá y aún no vemos identidades verdaderas en las células de identidad (sobre todo acá en Chile) país largo y delgado sin memoria. Quiero desviarme un poco y seguir en este $hile de hoy; te pregunto ¿a cuantas personas trans has visto en tu vida?, desde tu vereda, desde tu infancia a tu actualidad ¿tienes los mismo derechos que ell@s? Usemos vestidos, usemos pantalones y sombreros, el genero, el maldito genero siempre usurpando identidades, rellenando moldes en quien no se quiere amoldar. Yo ya no quiero ver a travestis ni a trans en las calles que, como único medio económico, vivan del arte de la prostitución porque en sus carnet tienen el nombre que le puso la mamá al nacer. ¿Por qué Lili y no tú? Por qué sólo algunos se atreven y otros no. Yo no quiero entender al estado (que nada tiene de diverso) quiero salir a protestar, aunque el “guanaco” me llegue. Quiero protestar por las Lilis que andan hoy en día de faldita corta, por ese chiquillo de ocho años que le saca el maquillaje a su mamá, por Alicia que al fin logró apretarse el cinturón y ser Pablo, por todos ellos, que también soy yo, por todas, para que no tengamos que decir “tengo miedo torero” nunca más. Por todas las Lilis que llevamos en nuestro corazón yo celebro. Porque fue una guerrera, una fuerte. A luchar por los derechos Trans, que los gays ya tienen más aceptación hoy en día. Escribir es mi único mecanismo de defensa frente a una irregularidad latente. «La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos» decía mi bella Alejandra Pizarnik, y yo pienso que, con tantas rosas, podríamos formar una paleta de colores así de gigante, así de diversa, así de valiente y armoniosa. ¡¡¡¡¡Por Lili, por todas yo celebro!!!!!!!!
Por todas las Lilis (: