Por Pantógrafas
La Pantografía de jueves se sumerge en su rito escritural; el (des)armaje cinéfilo de esta semana está dedicado a The duke of Burgundy, película estrenada en el 2014 por el director Peter Strickland. Peter, nombre masculino y varonil; este punto es fundamental para comprender qué hay detrás de una película que crea una realidad a partir de la ausencia de la figura masculina.
Dicho en breves palabras, The duke es una película que gira, se mueve y se arma en razón a la tortuosa historia de amor de dos mujeres, Evelyn y Cinthia. La trama se establece desde una estructura de rutina, de amor y desamor en su atmósfera de cansancio. The duke induce al espectador en lo cíclico de esta historia; teatralidad, roles de poder establecidos y días que se suceden en más y más días, llaman a la acción en esta realización británica. La relación de poder entre Cinthia y Evelyn ocure por acuerdo tácito; una quiere, la otra da. Sin embargo, este diálogo no es unidireccional ni inmutable; cambia y varía según una sutil lógica de roles.
No voy a mentir: esta película y la relación entre ambas F É M I N A S embauca y atrae. No solo por la sazón del drama y el tópico de moda que aquí se cuenta (el siempre condimentado eros), sino también por lo sensorial de las imágenes y la música que acompaña a la cinta. Pero superada la fase de embaucamiento deviene la advertencia y alerta: ¿Me desconcierta el atisbo de falocentrismo y homonorma que existe en The duke? Sea homo o hetero, el canon es el canon; y por canónica que sea esta y otras estructuras sociales, nosotras, féminas paridas por y para el Pantogramaje, abogamos por expandir la mirada; abrir en lugar de cerrar, ampliar en lugar de minimizar. En esta película, si bien se da a entender un ímpetu de apertura de la norma social, si ahondamos en el lente bifocal, si observamos desde la ampliación del Pantógrafo, la ilusión inicial se rompe y mana el estereotipo y su reafirmación: The duke of Burgundy es el sueño erótico de todo hombre, es el deseo parido desde el polo masculino, desde este y otros Peter, Pedros, Juan y Diego. Dos mujeres, estéticamente bellas; una milf y la otra ingenua, se tocan, se besan, hacen el amor y más. Son estereotipos femeninos;
E S T E R E O T I P O 1: Dulzona con aire de mártir. Ansia ser sexualmente sometida; sed de masoquismo.
E S T E R E O T I P O 2: Fuerte y dominatrix. Superficialmente abusadora, peinado perfecto, maquillaje intacto y un corazón sentimentalista.
La película no deja indiferente a nadie; un mundo sin referentes masculinos y el deseo de ambas mujeres. Estimulaciones sensoriales (bichos aletean, vuelan, zumban en el espectador); la ilusión de una fémina al poder de sus elecciones. El Pantogramaje arde en inquietud y realización; en esa búsqueda entiende que acá hay construcciones que reafirman y nacen de estereotipos aceptados socialmente por una mayoría. Evelyn y Cinthia no son mujeres libres; están encerradas en sí misma, en la carencia de una praxis vital de libre albedrío, en la réplica de un modelo social que se perpetúa incesante en su vorágine canónica. Estas féminas están encerradas tanto en la relación de poder que existe entre ambas, como en el constructo de mundo idealizado de feminismo que ellas, el guionista-director-productor y nosotros, en general, hemos creado.
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