Betty Blue (1986), film francés dirigido por Jean Jacques Beineix, pareciera ser una película de este siglo. Esta fémina es una especie de combinación perfecta entre los arquetipos de femme fatale y chica naif.
Betty se nos aparece como la certeza de un rayo y una tormenta; pura voluntad. Se nos aparece la fémina desde la invitación que genera su belleza de formas. Se nos aparece esta fémina y se M U E S T R A toda; su cuerpo al desnudo, su emocionalidad al desnudo, su impulso desnudo y su deriva anárquica, desnuda también.
Ver el acontecer de Betty, es discurrir en la víscera, en la carne y la materia abstracta que se nos aparece. Ver el acontecer de Betty, es entender que existen mentes desbordadas, gestos y actitudes de niñez inconclusa en este cuerpo-signo de lo femenino. Ver a Betty es entender el acontecer de la trágica Medea y otras tantas que también sufren sus desbordes. Ver el acontecer de Betty es recordar que, a veces, «la belleza no es una M U J E R que se está riendo, feliz, sino una triste, pensativa, ausente, lejana».